Poemas de Margarita Drago (Argentina) 5FIPAL


Margarita Drago 

Es argentina, radicada en Estados Unidos desde que salió de la cárcel. Como ex-prisionera política y escritora ha participado en congresos, coloquios, conferencias y festivales de poesía realizados en Argentina,  Estados Unidos, México, Perú, Brasil, Honduras, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, El Salvador,  España y Francia. Ha publicado en periódicos y revistas literarias, educativas y de derechos humanos. Es profesora de lengua española, literatura y educación en York College, (City University of New York). Es autora de los poemarios Con la memoria al ras de la garganta (2013); Hijas de los vuelos (2016); Quedó la puerta abierta (2016); Heme aquí (2017); Un gato de ojos grandes me mira fijamente (2017); Con la memoria stretta in gola (2018); de un libro de memorias carcelarias, Fragmentos de la memoria: Recuerdos de una experiencia carcelaria (1975-1980)/ Memory Tracks: Fragments from Prison (1975-1980) (2007) y de Sor María de Jesús Tomelín (1579-1637), concepcionista poblana: la construcción fallida de una santa, obra inédita. Es coautora, con la poeta  y profesora Juana M. Ramos, del libro de testimonios Tomamos la palabra: mujeres en la guerra civil de El Salvador (1980-1992); Además, sus poemas y relatos han aparecido en   antologías y revistas literarias, impresas y digitales  de Estados Unidos, América Latina y España.


Partir

Desmantelar paredes, estantes, bibliotecas,
desvanecer colores que iluminaron miradas, 
revisar objetos que aún guardan nuestras huellas, 
hojear cuadernos que conservan flores secas, 
te quieros impresos en servilletas amarillas. 
extender los límites del espacio habitado 
para que quepan más abrazos, 
más comensales en la mesa
desandar la senda recorrida
al amparo de árboles silentes, 
mirar la cúpula del campanario
de Santa Juana de Arco
y preguntarse si habrá palomas
en la estación del júbilo
que celebren el ritual de bienvenida. 






Síntesis

Llueve, 
como siempre, llueve,
pero esta lluvia no es la de entonces, 
es otra que en su silencio puntiagudo
hiere y borra estampas de otro tiempo.
Ya no soy la niña a la que
montaba su padre en bicicleta,
ni la adolescente que soñaba 
con el sabor de los besos, 
ni la joven que incendiaba las calles con el grito
y dormía abrazada al vientre de su madre 
aterida de miedo.
No, ya no soy la misma, 
aquella que servía el pan y el vino
en la mesa que habitaba el silencio,
la que alargaba noches vacías 
temerosa de la soledad y el abandono,
la que echaba siete cerrojos a su sueño 
y vivía pendiente de la mirilla de las puertas.
No, ya no soy la misma.
Huracanes, sismos, tornados 
han asolado la tierra,
puntuales y tardías primaveras
estallaron en luz y diluyeron mis sombras,
he muerto mil veces
y otras tantas he resucitado,
he mudado la piel en cada invierno
y con mirada nueva
puedo ver mis días como Haroldo: 
‘un puñadito de tristezas’ en 
‘un miserable borrador’ y 
‘un minuto de luz deslumbrante’ 
suficiente para iluminar todas 
mis noches. 




Identidad

Soy la desnudez del árbol 
la esencia de su savia macerada 
en la profundidad de la tierra 
soy la tibieza del nido albergado en su rama
soy el canto del pájaro que lo habita.




Continuum 

Hilo débil el que sujeta nuestras vidas
hechas de trapos sudores y miserias.
Fugaz el paso del hombre en la rueda
del samsara que no cesa.
En un continuum matemático muerte y vida se repiten 
y son cara y cruz de la misma moneda.
Somos siempre los mismos los que estamos y no estamos 
los que vamos y volvemos 
los que en acompasados ritmos 
sostenemos la rueda de la vida 
asidos a invisibles hilos que nos sustentan. 




Fragmentos

Quedó mi infancia asida al limonero
como el clavel del aire 
embriagada de jazmín
de rosas y alelíes.
Quedó mi adolescencia anclada en el río
a la sombra fresca de sauces llorones.
Quedaron mis sueños y deseos juveniles
flotando en la niebla
de una ciudad rota.
Quedaron mis manos como hiedra agarradas 
a las manos de todos.
Quedaron mis pies arrancados de la tierra
confusos en la senda de un país sin norte.



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