FIPAL6: Claudia Fernández, México
CLAUDIA FERNÁNDEZ, México
Poeta y estudiante del Doctorado en
Estudios Literarios por la Universidad Autónoma del Estado de México Realizó
estancias de investigación en la Universidad de Murcia y en la Universidad
Centroamericana José Simeón Cañas UCA. Ha colaborado en revistas de crítica y
creación literaria. Es coordinadora de Cuervo
Rojo Ediciones, publicación electrónica que difunde el trabajo de
escritores latinoamericanos. Recientemente presentó su primer poemario Tiricia (Plétora Editorial) en la Feria
Internacional del Libro de La Habana 2019.
CASANDRA RESPONDE
Padre, abrazo que entierra las garras,
hielo que abrasa.
Tú que criaste cuervos,
los ojos les sacaste.
Padre, me rompiste el cuello,
Desangraste a la gallina,
quemaste sus alas
mientras mi madre fregaba el piso.
Padre, tu mirada incestuosa mi cuerpo arropaba.
Padre, no escuchaste la profecía,
me ataste la lengua.
Yo entendía el lenguaje de las aves.
Padre, aquí sigo.
Nunca fui como mi madre.
Mis ojos de serpiente te saludan.
RETÓRICA DE LA HUMILDAD
Hoy es buen día para suicidarse.
Una foto más en la sala,
otro muerto en el altar.
De esta casa amarilla
brotan lágrimas y flores;
el dolor nos acaricia al subir
las escaleras.
Hoy es buen día para suicidarse, digo,
aunque he olvidado cómo morir.
Me he quedado sola en casa;
avergonzada miro
las flores de la terraza.
BIENVENIDA
A Roque
Me reencontré con el dolor.
Entre el hedor de las calles
y el llanto de niños desconocidos.
Lo hallé como objeto olvidado,
bajo el polvo,
cubierto con máscara de soberbia.
Reconocí mi dolor en una foto de mi padre,
donde la soledad se le escurría por las cejas.
Lo reconocí en mis entrañas marchitas,
donde las lágrimas esperan mi último derrumbe.
Reconocí el alarido oculto en mis ojos,
en mi barbilla.
Reconocí en su foto los mismos ojos, mis ojos.
Lo reconocí en estas palabras,
en la risa del verano, las hormigas y las chicharras.
Ahora lo sé;
lo único que me queda es el apellido.
San Salvador, 2018
EN EL PAÍS DEL MIEDO
En el país del miedo
las calles no existen.
Navegamos por ríos de sangre,
de voces silenciadas
hundidas en lamentos.
En el país del miedo
pisamos cabezas,
tragamos plomo,
devoramos los huesos de los que no tienen nombre
Recorro campos minados de angustia
En el país del miedo
la bala decide el destino.
Somos invisibles,
no hay rastro
no hay huella
Ciudad de México, 2015
ECLIPSE
Descubro mi fe en la verdad de las sombras.
El árbol deja de ser verde,
revela su oscuridad
Ráfaga de viento
asoma el follaje temblante.
Miro mi sombra,
y en un instante desaparece mi carne.
De velo mi piel.
Mi piel develo.
El claroscuro retrata las piedras.
Un eclipse fecunda mis huellas.
Tímida sombra soy.
Comentarios
Publicar un comentario