Carolina Cárdenas Jiménez (Colombia)

2015: poeta invitada
Carolina Cárdenas Jiménez (Colombia)


Escritora y poeta Colombiana. Especialista de Creación Narrativa de la Universidad Central. Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital. Egresada del Diplomado de Escritores de la Universidad Central (TEUC) (2006) gracias a una beca. Experiencia como directora y editora de la revista literaria Gavia de la Universidad Distrital, la cual fundó en el año 2005.

Ha publicado su obra en revistas universitarias. Ganó el segundo puesto de cuento (2006) de Estímulos a la Creación Artística (Kennedy) con el libro Parajes inesperados. Publicó el cuento Un desconocido en la antología de cuento Cenizas en el andén (2009). Ganó el segundo puesto en el II Concurso Nacional de cuento El Túnel (2011) con el texto A la deriva. El poema La danza de las moscas fue publicado en la antología del taller de poesía del Colegio Gimnasio Moderno (2012). Quedó entre los veintidós finalistas de Cuento del Concurso Nacional de Cuento La Cueva con el texto Mañana será otro día

Publicó Somos náufragos (2013). Sus cuentos han sido publicados por El espectador. Publicó poemas en la Revista Datura de El Salvador (2014) y en la Antología Poética Latinoamericana de El Salvador (2015). Pintora, entre sus técnicas más usadas se encuentra el acrílico, el pastel, el carboncillo y la tinta. Sus dibujos han servido para ilustrar algunos de sus cuentos. Ha participado en diversos Encuentros de Poesía, que se han dado en: Tabio, Facatativá, Venezuela, Bogotá, La Habana y Cereté. 


SEPULTURA

Siempre la rutina, 
el alba en retorno perpetuo,
la tierra desértica, muda palpita.

Pica, pala, grito,
abajo, bien debajo de mis pies
siento la tierra temblar
con el movimiento de la ciudad despierta. 

Pica, pala, grito.
Hombres y mujeres
se preparan para un nuevo día
de vaguedades, de horas muertas,
suscitadas por
la máquina, la pica, la pala, el grito,
la fila, las horas en punto, el grito,
la producción, la pica,  la pala,
el agotamiento, los ojos pegados al techo.

El retorno
fija en el pecho de la mujer y el hombre
una mañana con horas en punto, 
máquina,  gritos, pala, pica. 
Sigue, sigue estando…
la tierra desértica, muda, palpitando.



DESAHOGO

Sola,
           navega  en el mar de la vida
                                                           hacia un lugar desconocido.
 Intenta llegar a la orilla,
                                         pero no divisa un puerto.
Temiendo nunca llegar
                                        en este trasegar a tierra firme,
su cuerpo dibuja una criatura desamparada:
hombros caídos, pies que se arrastran.

Al fondo, los otros al verla
                                             en la tarima,
                      tienen ojos retorcidos de tanto reír,  
                                                                                 labios tensionados,
                                                                          hacen la pantomima de la mueca
                                                                                          alargada.       
 Ella, mientras tanto, ha decidido ser un objeto más,
                                                                       un sofá, un cuadro o un alfiler.
No aguanta más ser observada
                                                  como trapecista con zapatos de payaso.
Quiere desaparecer,
representar cualquier cosa
                                               antes de ser despojada  de sí misma.
Sin embargo, los otros seguirán sacando sus colmillos.





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