Élmer Telón Galdámez. Guatemala.
Invitado al IV Festival Internacional de Poesía Amada Libertad.
Lectura de cicatrices. El Salvador, julio 2017.
Élmer Telón Galdámez (1980) es periodista y
licenciado en Comunicación por la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Realizó estudios de cine en la Escuela Casa Comal, Guatemala. Periodista con
diez años de carrera en Diario La Hora, Siglo 21, Compañía Editora de Revistas
de Centroamérica y la Agencia Guatemalteca de Noticias, desempeñando en fuentes
dispares como política, economía y cultura. Sus textos literarios han sido
reproducidos por la revista Cultural La Ermita y periódicos de su país. En 2016
publicó el poemario El Espacio que recorre un grito, editado por Magna Terra
Editores.
Almas Combustibles
En ocasiones uno se cae del bolígrafo
el papel no logra contenernos
al no poder caer más
el fondo nos recibe
soporta nuestro peso
mide el temblor de la llama
la fuerza previa del golpe
que sofoca al fuego
el de las almas combustibles
que con pabilos sosegados
pernoctarán en su seno.
En ocasiones uno se cae
o lo tiran del bolígrafo
del más noble de los sueños
sin un ensayo de clarividencia
sin el espabilamiento rápido y oportuno
el tiempo te empoza
las pesadillas envejecen
los amigos te sepultan
el idioma niega sus palabras
y todos los espejos te afean.
Un machete espartano
De vos sé muy poco
sé de tus cicatrices
tus ojos orientales
lo hirsuto de tu barba
y que abandonaste las camas
habitadas por las hembras del trópico
cuando la niña
que habría de entregarte siete hijos
se volvió parte del viaje.
Sé que con tu machete ganaste fama de
espartano
de temible
que te gravitaba un murmullo guerrillero
desconfiabas de los bancos
y preferías enterrar el dinero.
Sé también que cuando desperté
ya no estabas
que no te llevó una bala
el frío del filo
ni los militares en sus camiones.
Sé que los de tu sangre
no asisten a su entierro
y por alguna razón extraña
sé que algo muy íntimo en vos
siempre se supo huérfano.
Esa salvación inexistente
Quizá sea un efecto de la posmodernidad
amanecer deshabitado
sitiado por todas las cicatrices
viendo crecer a la madrugada oscura
como a la sombra de un árbol
así la cotidianidad se vuelve brutal
igual que el mercado
nos consume a plazos
alimentando las ansias de fuga
el éxodo por una salvación inexistente.
Quizá sea un efecto de la ciudad
al intuir la ausencia de todos
también querer abandonarse
ser como la sangre
incapaz de aquietarse con la piel abierta
darse bondadoso a borbotones
hasta quedar vacío
pero en el augurio algo falla
el esqueleto y el miedo se yerguen cerrando el
paso
la cabeza péndula entre el sometimiento y la
duda
con las diversas formas de soledad
inocente se cree
que quizá hoy llegue el verso
el que haga sentir
que algo minúsculo
puede salvarse del gran incendio.
A Ítaca o el Gólgota
Llegó en el tiempo
en el que me había vuelto inhabitable
en las fechas
en las que era imposible
contener algún sentimiento bueno
ya no deseaba hundir los pies
en arena blanca
ni importaba quien esperara en la puerta
-huríes del Corán
o putitas del bar de la esquina-
llegó cuando había terminado la migración
y el exilió estaba en mis huesos
cuando ya era el peso de lo desconocido
creciendo en lunares luctuosos
en la lengua
en las uñas
llegó después de haber sangrado la inocencia
llevando en la boca y los dedos
abundante tinta para dibujar cicatrices
en el tiempo que solo encontrarías un alma
renuente
a ser perturbada
a la que ya no le volaban besos
ni nacían sueños
llegó con la semilla de la duda
ensalivada en la punta de la lengua
tatuada en un brazo la palabra Ítaca
en el otro Gólgota
señalando su pecho como camino.
Navegar sobre una línea de sangre
Desde una sucia esquina
en una sucia mesa
repta un hilo de luz
como imperceptible puente
escasa línea de agua
delgadez de madero flotante
que promete la fuerza en su lomo
para llevar al diluvio solar
lo que aún quede de mi
augura para ello navegar
ya sea sobre una lágrima
una gota de sal
o una línea de sangre.
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