Alexánder Zosa-Cano. Nicaragua.
Invitado al IV Festival Internacional de Poesía Amada Libertad.
Lectura de cicatrices. El Salvador, julio 2017.
Tierra colorada que gira frenética, evoluciona
y resucita: es mi tierra.
Lectura de cicatrices. El Salvador, julio 2017.
Alexánder Zosa-Cano. Santo Domingo, Nicaragua, 1987. Docente, poeta y ensayista. Egresado en 2010 de la Escuela
Normal Regional “Gregorio Aguilar Barea”, y licenciado en Lengua y Literatura
Hispánica por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Ha ejercido la
docencia en los niveles de educación primaria, secundaria y universitaria.
Su trabajo literario abarca Poesía, género al que pertenece: Fuegos
Fatuos (Sociedad Nicaragüense de Jóvenes Escritores, 2012) y
Lluvia en verano (Sociedad Nicaragüense de Jóvenes Escritores, 2014), y Ensayos de carácter histórico y
literario: Última estación (Edición
digital, 2013), Paralelismo entre Harvey Wells Möller y Gregorio Aguilar Barea
(Dos ediciones: 2015, 2017) Tiene sin editar: Pablo Hurtado: Apuntes para su biografía (2012), trabajo
ensayístico que obtuvo el Primer lugar en la sala de Ciencias de la Educación y
Humanidades en la X Jornada Universitaria de Desarrollo Científico, JUDC-2012,
y Anotaciones para la semblanza de
Eduardo Avilés Ramírez (2013) que obtuvo Mención en la JUDC-2013.
Ha obtenido diferentes premios, entre
ellos: III lugar en el Concurso Literario Nacional “Creando Cuentos para la
Niñez en las Escuelas Normales 2009”;
Mención del Premio Único, III Concurso Nacional de Poesía Joven “Leonel
Rugama”, 2013 y cuatro primeros lugares en los Juegos Florales de la
UNAN-FAREM-Chontales en los años 2011-2013.
Su poesía está compilada en las
siguientes antologías: Escribiéndole al árbol (Venezuela, 2011); 1000 poemas a
José Martí (Chile, 2012); 1000 poemas para Andrés Eloy Blanco (Chile, 2012);
1000 poemas para Oscar Alfaro (Chile, 2013); Panorama de la Poesía Centroamericana (México, 2014), En
el claro canto se anuncia el amanecer (Nicaragua, 2014) y Antología del Cisne
(Nicaragua, 2017) Colabora en los siguientes rotativos:
Revista Temas Nicaragüenses (USA); Revista La Mentira (Colombia); Revista Éxito
(Juigalpa); Revista Vox Populli (Matagalpa); Revista Pandemia (Matagalpa) y en el Boletín Informativo de Investigación e Innovación Educativa de la
UNAN-FAREM-Chontales.
En la actualidad es miembro de: Instituto
Nicaragüense de Cultura Hispánica (INCH-Filial-Chontales), Sociedad
Nicaragüense de Jóvenes Escritores, Circulo Literario Artístico de Nicaragua,
CLAN “Jonathan Torres”, Museo Comunitario Juigalpan, Red de Museos Comunitarios
de Chontales y de la Red de Museos Comunitarios de Nicaragua.
GRISETA
A fray
Berman Bans
Los parámentos carcomidos y juncos labrados
apuntan la tragedia.
La savia persuasiva capaz de convencer las
velas
jura con incierto juicio.
Lerdos los navegantes se conducen como
libélulas
sin punto fijo para anclar.
La holgura de los mares; por el barco
gótico.
Las alas rotas, roídas por los sin sabores
años.
La carabela se entrega a las aguas en un
perenne naufragio.
El doble filo del mar sujeta la danza.
El dixieland coloniza los sueños del marinero.
Cáustico fenómeno glacial, con necedad atraviesa el cuello.
La utopía de la historia cobra venganza:
el soplo, el bochorno y la vergüenza
desollando el barco que tomó somnífero
para ahogar el mar.
EPÍGRAFE
A vos,
Hanzel Lacayo A.
En días de ira
transformo párvulos pasados,
las esporas acuíferas, estáticas,
toman forma discordante,
reconfigurando el isótopo
sumergido en la mar: el ancla perfecta
es el espíritu escuálido: esponte sua.
En días de ira
los vestigios magnéticos
tallados en galactitas revelan:
el brazo disminuido:
que alzado se desata
trenzado se destrenza
y se enciende apagándose.
Los días de ira
envenenan la sangre,
alistan el sarcófago, se cubren de negro;
mientras la muerte en vigilia con
grafito
te
esboza en telares de seda
alternando alquitrán lustroso a la paleta del pintor.
La tierra de Santo Domingo es: la mujer del
güirisero; el Capirote oloroso;
los
llanos achicados por las palas mecánicas;
son los hombres que bajan
al vientre en búsqueda de su alimento
-- tierra de mi infancia-- ;
es un suspiro anegado; son imágenes
grabadas en cinta magnéticas
que guardo en mi mente.
Es la tierra donde corrí de niño
con
barriletes de colores, izados en el limpio azul del cielo.
Tierra del movimiento oro. Tierra colorada que gira frenética, evoluciona
y resucita: es mi tierra.
Evoquemos en la tierra,
cantemos con los mineros o con los “Dioses del fuego”,
quememos
las guitarras de madera en protesta,
juntemos nuestras voces, saltemos de alegría o luto
pues del día que termina: resurgirá uno
nuevo,
para seguir danzando en la tierra
que nos vio crecer.
INVIERNO
A Pastorcita Duarte Matus,
que vivió amando al pueblo.
Llegaron las lluvias,
las sombras de la muerte se disiparon;
huyeron ante el verdor.
Se encienden lámparas de carburo tras la
neblina,
queman los rostros de nuestros pies;
el hollín de las flamas se adhiere
a los pulmones, cansándoles.
Los amarillentos callejones vigilan la
entrada de los pozos,
las mujeres con cantaros rotos caminan
danzando por el camino,
esparciendo el agua que han espigado.
Recogen lo cosechado de la lluvia, la noche
anterior.
El pozo de la Toya estaba seco, reseco por
el verano,
corren los días sedientos tras la nueva
lluvia desvergonzada
que se alumbra con lámparas para mostrar su
desnudez.
TÚNELES
Los jóvenes de otros siglos
envejecieron en estos túneles con las manos
llenas de callos,
el cabello se les enjabonó, sus mejillas se
marchitaron;
sus anhelos jamás fenecieron: conquistar
los colores
y pintar los paredones del tunel azur.
La aldea nació en los brazos de una mina:
los cascos, las palas, los picos rodaban
ante
el ejército de hombres.
El malacate es la puerta a las vísceras de
la tierra,
el hilo azul enriquece el bolsillo y nos da
un puñetazo en el cerebro.
El hombre muere para vivir en los
minerales; resucita todas las tardes,
cuando emerge de los orificios de la tierra en el Amparo, Los Tubos
o la veta El Consuelo que cansada retiene
de vez en cuando
un mancebo en su vientre, para poderse
reanimar.
Los túneles de La Cuatro se han secado,
oxidaron sus dientes,
cerraron sus gargantas para las nuevas
generaciones de mineros
que decidan envejecer, enterrados con
resudor salitre.
La fuerza de la jornada se arruga ante las
palas mecánicas
y los tractores hierven y carcomen los
cerros (…)
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